
El 26 de mayo de 1897, el escritor irlandés Bran Stoker publicó por primera vez Drácula. Drácula es considerado una obra maestra de la literatura de terror porque, a pesar de que la leyenda vampírica ya existía, le dio al mito vampírico su forma literaria definitiva.
Dracula fue influenciado por el folclore irlandés y fue escrito durante la época victoriana. El argumento hablaba de algo inusual para la época: el deseo sexual. La obra toca los principales ejes temáticos, teniendo en cuenta el punto de partida: la lucha entre el bien y el mal con bellas obras de arte la ha convertido en un clásico de todos los tiempos.
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El libro desarrolla el mito vampírico original en el del Conde Drácula, y lo hace con un poder poético que pocas versiones cinematográficas pueden lograr. Desde un punto de vista estilístico, la novela recupera un recurso literario muy utilizado en los siglos XVIII y XIX: el estilo epistolar.
La narración es una sucesión ordenada de fragmentos de periódicos, cartas, artículos de periódicos e incluso algún tipo de telegrama, relatando los hechos que componen su argumento a medida que ocurren. Sin embargo, la construcción de la narración es clásica para una novela, aunque para conservar la atmósfera de un periódico, su autor dota a los textos de epígrafes apropiados, por ejemplo, para distintas fechas.
Bram Stoker logra hacernos creer que el único mundo real es el mundo de los muertos y la oscuridad, pues desde la aparición de este libro, la presencia fantasmal y gélida del Conde Drácula sigue despertando la imaginación de muchos de sus lectores, provocando una mezcla de terror e interés morboso.